martes, 7 de febrero de 2017

La casa de Asterión y su hipotexto clásico

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que hoy hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
    El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos. 
    Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
    No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo. 
    Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
   
    El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
    -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

Jorge Luis Borges

Aunque en apariencia es un texto, relativamente, pequeño La casa de Asterión, de Jorge Luis Borges despliega una estrategia textual tendiente a mantener en el anonimato la identidad de su personaje central, el Minotauro o Asterion, y el espacio donde éste se encuentra, el laberinto de Creta, hasta la última frase del texto. En esta última frase, el mito en el cual se apoya la narración del autor argentino se hace presente debido a la mención de los personajes Teseo y Ariadna. La estrategia borgeana descansa en una relectura del mito minoico en donde se modifican elementos de la narración clásica vinculados al tiempo y al espacio y, sobre todo,  la especial condición del monstruo de Creta que, en el cuento de Borges, es dotado de protagonismo a través de sus marcadas características humanas.
El relato clásico del Minotauro presenta a este personaje mítico como un ser monstruoso con cabeza de toro y cuerpo de hombre que se encuentra encerrado en un laberinto sembrando terror y espanto en los habitantes de Atenas. Y sobre estos últimos, se refiere que, cumpliendo un sacrificio al rey de Creta, Minos, entregaban periódicamente sus descendientes para ser devorados por la bestia. También el relato clásico seria la que Teseo, el héroe ateniense, con la inestimable ayuda de Ariadna, la hermanastra del monstruo, derrota y da muerte al Minotauro, librando a su pueblo de la pena que sobre ellos recae.

Ya en La casa de Asterión  las postulaciones antes citadas se modifican ostensiblemente y en el relato se redefinen las partículas-Fragmentos, establecidos inflexiblemente por la leyenda o mito del Minotauro de Creta en autores clásicos. Se propone la idea de que tales modificaciones textuales borgeanas responden a una estrategia de escritura que persigue como finalidad el ocultamiento de un relato que, en sus padrones ordinarios, seria fácilmente reconocido por el lector como el mito cretense al cual se hace alusión.
A partir de un punto del relato mítico no tratado en profundidad por los autores clásicos, el Minotauro en su laberinto, Borges elabora su texto La casa de Asterión. Así, el autor argentino retoma el mito y lo relee agregando en el mismo algunas características que pueden pensarse como innovadoras y hasta contradictorias cuando se las vincula a las historias mitológicas acostumbradas: los procesos psicológicos por los que atraviesa el Minotauro en su encierro; los aspectos cotidianos de la vida del monstruo en el laberinto; algunos detalles sobre el desenlace del relato en donde Teseo relata a Ariadna los pormenores del cumplimiento de su misión. Si bien la sumatoria de todos estos aspectos representa modificaciones sustanciales, si se piensa en las peculiaridades del mito clásico, lo que puede serialarse como el ítem más atractivo y complejo que La casa de Asterión posee es la especial estructuración que Borges desearía en su re-lectura mítica. Cada fragmento del cuento es utilizado, manipulado y tergiversado para dar pistas ambiguas o solapadas del mito y para plasmar huellas que, pudiendo ser sospechosas, se colocan como inocentes detalles de la narración. Esta forma de presentar el relato, esta manera de perpetrar la escritura de La casa de Asterión, puede pensarse como un juego borgeano que causa una extraña sorpresa en el lector al comprender en la última frase del relato que, durante todo el tiempo se estaba haciendo una re-lectura del mito del Minotauro.

En su texto, Jorge Luis Borges se sirve de una disposición estructural bastante particular para lograr que el lector no se aproxime a la versión clásica de su relato hasta la expiración del cuento. Así, se observa que el cuento La casa de Asterión está dispuesto sobre cuatro pilares que contienen, de cierta forma, elementos que ocultan y simultáneamente exhiben el mito sobre el cual se reescribe la narración borgeana. El primero de esos pilares es el título del relato. En La casa de Asterión se da una acentuada preeminencia al factor espacial por sobre el nombre del personaje principal, desviándose la atención de la primera pista que el texto exhibe al mencionar el nombre Asterion.
En el segundo de esos pilares, el epígrafe, se notan algunas alteraciones importantes en cuanto a la verdadera cita del autor griego del cual se la retira, Apolodoro, cambios que podrían obedecer a la idea de mantener el misterio sobre el protagonista hasta el final del cuento. En tercer lugar, se mencionan los cinco párrafos escritos por un narrador en primera persona, o como sería el "monólogo en primera persona", donde se describen variadas situaciones vinculadas a los espacios en los cuales el Minotauro se mueve y a los procesos sensitivos que éste está atravesando. En última instancia, se cita un párrafo en donde aparece un nuevo narrador mencionando las palabras de un personaje que devela el misterio hasta entonces oculto en el relato. Es apropiado indicar en este punto la disposición convergente que la estructura del cuento posee, pues en este último párrafo se unen lógicamente todos los elementos antes presentados y se tornan visibles las particularidades del mito cretense clásico que hasta ese momento estaban solapadas en la relectura borgeana.

Se puede decir que, al momento de descubrir el enigma planteado en el texto, se obtiene un conocimiento global de la lectura y se observa el trabajo arquitectónico realizado por Jorge Luis Borges en La casa de Asterión. Lo que se propuso fue un juego de Fragmentos, adivinanzas metódicas y minuciosas en que cada pista sobre la identidad del lúgubre personaje mítico está disfrazada por una humanidad que tiene en la soledad su principal peculiaridad, por una imposibilidad de pensarse en un monstruo/antagonista narrador, y por reflexiones metafísicas y posturas filosóficas que desvían la atención del lector. Esta estrategia borgeana aleja a quien lee de la mecánica deductiva que intenta descubrir quién es el protagonista. La técnica del engaño y del rodeo literario, del ocultamiento y del disfraz, se unen en un sistema ordenado y coherente que utiliza la relectura del mito minoico para decir mucho más de lo que se escribe, y para que se escriba mucho más de lo que ya se ha dicho sobre el Minotauro de Creta.

1 comentario:

  1. Harrah's Cherokee Casino & Hotel - Mapyro
    Find Harrah's 충주 출장마사지 Cherokee Casino & 양주 출장샵 Hotel information, 전라북도 출장안마 reviews and Uber 아산 출장안마 price Harrah's Cherokee Casino Resort (formerly Harrah's 천안 출장마사지 Cherokee) 3131 S. Cherokee, NC 28906.

    ResponderEliminar