martes, 7 de febrero de 2017

Grecia




Los dioses de Grecia

Cuando aún gobernabais el bello universo,
estirpe sagrada, y conducíais hacia la alegría
a los ligeros caminantes,
¡bellos seres del país legendario!,
cuando todavía relucía vuestro culto arrebatador,
¡qué distinto, qué distinto era todo entonces,
cuando se adornaba tu templo,
Venus Amazusia!

Cuando el velo encantado de la poesía
aún envolvía graciosamente a la verdad,
por medio de la creación se desbordaba la plenitud de la vida
y sentía lo que nunca había sentido.
Se concedió a la naturaleza una nobleza sublime
para estrecharla en el corazón del amor,
todo ofrecía a la mirada iniciada,
todo, la huella de un dios.

Donde ahora, como dicen nuestros sabios,
sólo gira una bola de fuego inanimada,
conducía entonces su carruaje dorado
Helios con serena majestad.
Las Oréadas llenaban las alturas,
una Dríada vivía en cada árbol
de las urnas de las encantadoras Náyades
brotaba la espuma plateada del torrente.
(...)

La seriedad tenebrosa y la triste resignación
fueron desterradas de vuestro alegre servicio,
todos los corazones debían latir felices,
pues estabais emparentados con la felicidad.
No había entonces nada más sagrado que lo bello,
el dios no se avergonzaba de ninguna alegría
donde las inocentes musas se ruborizaban,
donde las Gracias se ofrecían.
(...)

Hermoso mundo, ¿dónde estás? ¡Vuelve,
amable apogeo de la naturaleza!
Ay, sólo en el país encantado de la poesía
habita aún tu huella fabulosa.
El campo despoblado se entristece,
ninguna divinidad se ofrece a mi mirada.
De aquella imagen cálida de vida
sólo quedan las sombras.

Todas aquellas flores han caído
ante el terrible azote del norte,
para enriquecer a uno entre todos
tuvo que perecer ese mundo de dioses.
Con tristeza te busco en el curso de los astros,
a ti Selene, ya no te encuentro allí,
por los bosques te llamo, por las olas,
pero resuenan vacíos.
(...)

Ociosos retornaron los dioses a su hogar,
el país de la poesía, inútiles en un mundo que,
crecido bajo su tutela,
se mantiene por su propia inercia.

Sí, retornaron al hogar, y se llevaron consigo
todo lo bello, todo lo grande,
todos los colores, todos los tonos de la vida
y sólo nos quedó la palabra sin alma.
Arrancados del curso del tiempo, flotan
a salvo en las alturas del Pindo;
lo que ha de vivir inmortal en el canto,
debe perecer en la vida.



Friedrich Schiller: Los dioses de Grecia - Der Götter Griechenlandes-
Traducció castellana de Daniel Innerarity. Poesía filosófica, Ed. Hiperión, Madrid,

(2ª ed. 1994). 

Los griegos y lo irracional



Esta obra  de E. R. Dodds presenta un estudio de las sucesivas interpretaciones que dio el pensamiento griego a un tipo particular de experiencia humana por la que apenas se interesó el racionalismo del siglo XIX pero cuya significación ahora se reconoce ampliamente. Los Griegos y lo Irracional muestra esa cara oculta de la mente griega de la que la descripción de las conductas externas o las creencias documentadas normalmente no dan cuenta: el tránsito de la cultura de la vergüenza a la de la culpabilidad, las bendiciones de la locura, el esquema onírico y el esquema cultural, los chamanes griegos y el origen del puritanismo.





En el capítulo VI Racionalismo y reacción en la época clásica se nos habla del crecimiento religioso. Este es geológico su principio es la aglomeración, no la sustitución. Así pues la época clásica heredó una serie incompatible del alma y el yo- el cadáver vivo en la tumba, la imagen fantasmal del Hades- Todo esto se aceptaba hasta el siglo V pues no existía una iglesia que afirmara o negara ninguna de estas creencias. Esquilo intentó dominar esta confusión y extraer de ella algo que tuviera sentido moral, pero esto no volvió a ocurrir en el periodo entre Esquilo y Platón. En este periodo esta ruptura se ensancha y se rompe el nexo entre las creencias populares y la de los intelectuales, este hecho está implícito en Homero

Pese a ser una época relacionada con la ilustración y el cuestionamiento de las instituciones sociales vigentes, también fue un periodo de persecución para los teóricos que no estaban de acuerdo con la relatividad de las ideas religiosas. Heráclito inaugura la ilustración pues criticó mucho a las ideas que se tenían establecidas a raíz de los mitos y sus dioses, él consideraba que no eran racionales del todo. Postula la idea de ¨carácter es destino¨ desligando así la participación de los dioses. Los sofistas aparecen intentando enseñar la areté, pensaban que el hombre podía adquirir un nuevo arte o forma de vivir. Consideraban que la areté procedía del constructo social en el que se desarrollaba el individuo, la magia empezó a posicionarse, pero fue perseguida y ya para el siglo IV, era considerada un elemento que causaba afección al alma o a la areté, Platón es quien marca esta nueva situación histórica.


Considerando que los elementos populares, que para unos eran religiosos, y para los intelectuales no, desaparecieron o se filtraron en los nuevos ritos planteados por los intelectuales, más no sobrevivieron con individualidad, debido al proceso ilustrativo que si bien es distinto al sofista, suele existir confusiones debido a sus acciones. Esto nos deja claro el porque nos empezamos  alejar de los mitos, se perdió el horizonte explicativo para transpolar al ser humano a un intento de racionalidad falta de humanismo y respeto. 


Communication without words


El texto de Elizabeth Minchin, catedrática de Literatura Clásica, Communication without words nos habla sobre la palabra. Como la palabra trabaja dentro de la poesía épica. La palabra debe entenderse y verse como el campo de batalla. Minchin dice que ¨la comunicación también puede tener lugar en la ausencia de palabras¨. Es una premisa cierta y aplicable dentro de toda case de literatura, pero en este caso, ostenta un lugar importante dentro de la Literatura Clásica.
El silencio en La Odisea se muestra en varias ocasiones, uno de los más simbólicos es el silencio que existe entre Penélope y Odiseo. Este silencio revela la disciplina y lealtad que existe entre ambos, Penélope al descubrir que su esposo ha vuelto decide callar y observarlo, este momento refleja no solo tensión sino desconfianza y temor, una complicidad entre ambos en donde ella es puesta a prueba, mostrando así la disciplina y lealtad que le ha guardado en todos los años que él estuvo lejos de casa. En tanto que en La Ilíada los silencios adoptan otra significación. Estos silencios al desarrollarse en un ambiente bélico reflejan el poder o la debilidad dependiendo del personaje. En la debilidad nos muestran la inexperiencia o la pérdida del estatus social.  
Minchin muestra diferentes categorías de comunicación no verbal:
-      Kinésica: movimientos del cuerpo
-      Háptica: gestos con el otro, el acto de tocarse
-      Prexémica: comportamiento en el espacio


Héctor y Andrómaca practican la kinésica, al momento en que Héctor regresa a ver su esposa e hijo, él se ría para liberar tensión, se quita el caso y levanta a su hijo en brazos y lo besa. Esta escena le daba a entender a Andrómaca que Héctor se estaba despidiendo de su hijo y ella, sin necesidad implícita de verbalizar lo que acontecía. Ayax, Aquiles y Ulises utilizan la háptica. Se miran al momento de atacar para asegurarse de que todos lo hagan juntos, dentro del contexto situacional de la batalla, ellos se sirven de los sonidos como otra clase de señal entre sí, pues algunas de las batallas ocurrían en la noche. Encontramos la proxémica en la muerte de Patroclo. Aquilles llora (acto no verbal que simboliza dolor) y se aproxima al cuerpo inerte de Patroclo (el desplazamiento en el espacio es el que da cabida a la proxémica) el acercamiento enfatiza el dolor que siente por la pérdida de su amigo. Así pues existen varios tipos de silencios que poseen una interpretación individual, como el silencio entre Hera y Zeus, esta refleja ira al momento en que Hera se siente relegada por Zeus. No decide actuar o estallar con un monólogo, simplemente no dice nada, lo cual muestra cuán enfadada estaba con Zeus.

El análisis realizado por Menchin es pertinente en cuanto se busca indagar en toda clase de comunicación, no solo explícita. El lenguaje no se limita a la estructura física y pese a que estos textos son tan antiguos, incorporan esta, en apariencia, nueva clase de comunicación, que paradójicamente ha estado presente desde los inicios de los tiempos. Este texto en particular me parece muy importante al momento de analizar los clásicos teniendo en cuenta que el lenguaje escrito no estaba tan desarrollado en la época, la emotividad o intención de las cosas podían tener un valor aún más profundo que, lastimosamente, se le escapaba a las palabras, pero no a los silencios en donde habita el alma todo ser viviente. 


Pedro Olalla y los clásicos

En el video Historia menos de Grecia de Pedro Olalla, nos narra desde un punto de vista del espectador las conjeturas que él ejerce sobre un aedo que él observa. Analiza a este aedo, cómo él se siente, sus actividades, los lugares donde ha estado, las personas que ha visto morir, sobre sus pasiones y tristeza. Este aedo quiere narrar la muerte de un enemigo con el mismo dolor que la muerte de un aliado, él quiere prestar su voz para narrar lo ocurrido con Aquiles, él quiere mostrar la grandeza y fragilidad del hombre. No quiere confundir su grandeza con la bajeza o con el fracaso, pues las asume como parte de su condición humana. Este aedo presiente que su poema, el que quiere componer, debe estar en papel, no solo en la palabra, él quiere ¨dejar la palabra expuesta al silencio de la mirada¨. Quiere que su creación sea eterna, simplemente por la humildad que posee en sí misma. Así los hombres futuros podrán asumir su destino y no solo soportarlo.


Pedro Olalla es escritor, helenista, profesor, traductor, fotógrafo y cineasta. Treinta títulos originales en diferentes lenguas y una larga serie de realizaciones en distintos países marcan la carrera creativa de este filoheleno español afincado en Grecia. Sus obras literarias y audiovisuales –que exploran y dan a conocer la cultura griega combinando elementos literarios, plásticos y científicos mediante un lenguaje marcadamente personal– han ganado la estima de un público exigente y de prestigiosas instituciones como la Academia de Atenas, la Fundación A. S. Onassis o la Universidad de Harvard. Por el conjunto de su obra y por su labor en la promoción de la cultura griega, ha recibido, entre otros importantes reconocimientos, el título de Embajador del Helenismo. Nos muestra su idea de la cultura griega con una vista  humanista sobre la agitada vida de los griegos. Lo que se nos narra no es la historia de los Aqueos o atenienses, sino la historia y vida de los hombres de todos los hombres.

Yo considero que el estudio de la literatura clásica no es algo superfluo o nimio, simplemente se ha ido perdiendo la idea de unidad, de valores, de humanidad. Por esto es que en nuestros días no se la toma como una materia que sea de trascendencia, cuando olvidamos que toda la civilización occidental partió de este pequeño lugar europeo. Como individuos nos podemos ver reflejados es más de un mito, podemos aprender de la piedad, la bondad, de las consecuencias que todos nuestros actos poseen. Alejándonos de los mitos podemos observar como esta cultura, pese a adorar dioses, jamás se vieron limitados moralmente por ellos, cosa que si ocurre actualmente.


Mirar atrás para aprender es más que necesario, es un deber. El ser humano se compone de varios aspectos y uno de estos es el arte, si el arte logra transmitirnos y formarnos, no a todos por igual, sino como una guía individual, habrá cumplido su acometido. Los griegos lo sabían, por ello su polis giraba en torno al arte. Un alma nutrida de belleza y horror, en igual medida es capaz de sentir al otro como así mismo.
Ítaca

Cuando partas hacia Ítaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.
Lleva a Ítaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Ítaca te recompense.

A Ítaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Ítacas.
 Kavafis


Uno de los aspectos que más aprecio de esta literatura es la idea del Polemos. Absolutamente todo ser viviente surca un viaje, el uno completamente distinto al de su congénere. Ahí radica la belleza, en tener a la vista nuestra Itaca, pese a que no tengamos claro cuál es y menos aún si llegaremos, pero ese anhelo es el que nos mueve, el que motiva al ser humano y a la humanidad. Olalla no se equivoca al estar enamorado de una cultura tan mística y real como la griega. Supieron conjugar el honor con la lealtad, bondad, honestidad e incluso la crueldad que forma parte de la naturaleza humana. Develaron al ser humano en su completa plenitud. Al vernos alejados de esta humanidad, poseemos un mundo aún más inequitativo del que se nos presenta en La Iliada, en aquella guerra se respetaba a los muertos e incluso a tu enemigo si es que este había sido hospitalario contigo en algún momento, se apreciaba a los ancianos, no por sus limitaciones sino por su sabiduría. Aquellos valores que parecen tan evidentes, en nuestros días se han olvidado, casi hasta extinguirse.


He aprendido mucho de cada una de las lecturas de los clásicos, mi visión del mundo no solo moral sino desde el punto de vista académico ha crecido de forma exorbitante. La literatura actual se cimenta en los problemas, metáforas, que ya los griegos nos presentaron, por ello funciona como hipotexto de todas las grandes obras e incluso de las menores. Apreciarlas desde su origen es donde radica el gusto y el placer hacia la lectura.  





La casa de Asterión y su hipotexto clásico

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que hoy hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
    El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos. 
    Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
    No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo. 
    Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
   
    El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
    -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

Jorge Luis Borges

Aunque en apariencia es un texto, relativamente, pequeño La casa de Asterión, de Jorge Luis Borges despliega una estrategia textual tendiente a mantener en el anonimato la identidad de su personaje central, el Minotauro o Asterion, y el espacio donde éste se encuentra, el laberinto de Creta, hasta la última frase del texto. En esta última frase, el mito en el cual se apoya la narración del autor argentino se hace presente debido a la mención de los personajes Teseo y Ariadna. La estrategia borgeana descansa en una relectura del mito minoico en donde se modifican elementos de la narración clásica vinculados al tiempo y al espacio y, sobre todo,  la especial condición del monstruo de Creta que, en el cuento de Borges, es dotado de protagonismo a través de sus marcadas características humanas.
El relato clásico del Minotauro presenta a este personaje mítico como un ser monstruoso con cabeza de toro y cuerpo de hombre que se encuentra encerrado en un laberinto sembrando terror y espanto en los habitantes de Atenas. Y sobre estos últimos, se refiere que, cumpliendo un sacrificio al rey de Creta, Minos, entregaban periódicamente sus descendientes para ser devorados por la bestia. También el relato clásico seria la que Teseo, el héroe ateniense, con la inestimable ayuda de Ariadna, la hermanastra del monstruo, derrota y da muerte al Minotauro, librando a su pueblo de la pena que sobre ellos recae.

Ya en La casa de Asterión  las postulaciones antes citadas se modifican ostensiblemente y en el relato se redefinen las partículas-Fragmentos, establecidos inflexiblemente por la leyenda o mito del Minotauro de Creta en autores clásicos. Se propone la idea de que tales modificaciones textuales borgeanas responden a una estrategia de escritura que persigue como finalidad el ocultamiento de un relato que, en sus padrones ordinarios, seria fácilmente reconocido por el lector como el mito cretense al cual se hace alusión.
A partir de un punto del relato mítico no tratado en profundidad por los autores clásicos, el Minotauro en su laberinto, Borges elabora su texto La casa de Asterión. Así, el autor argentino retoma el mito y lo relee agregando en el mismo algunas características que pueden pensarse como innovadoras y hasta contradictorias cuando se las vincula a las historias mitológicas acostumbradas: los procesos psicológicos por los que atraviesa el Minotauro en su encierro; los aspectos cotidianos de la vida del monstruo en el laberinto; algunos detalles sobre el desenlace del relato en donde Teseo relata a Ariadna los pormenores del cumplimiento de su misión. Si bien la sumatoria de todos estos aspectos representa modificaciones sustanciales, si se piensa en las peculiaridades del mito clásico, lo que puede serialarse como el ítem más atractivo y complejo que La casa de Asterión posee es la especial estructuración que Borges desearía en su re-lectura mítica. Cada fragmento del cuento es utilizado, manipulado y tergiversado para dar pistas ambiguas o solapadas del mito y para plasmar huellas que, pudiendo ser sospechosas, se colocan como inocentes detalles de la narración. Esta forma de presentar el relato, esta manera de perpetrar la escritura de La casa de Asterión, puede pensarse como un juego borgeano que causa una extraña sorpresa en el lector al comprender en la última frase del relato que, durante todo el tiempo se estaba haciendo una re-lectura del mito del Minotauro.

En su texto, Jorge Luis Borges se sirve de una disposición estructural bastante particular para lograr que el lector no se aproxime a la versión clásica de su relato hasta la expiración del cuento. Así, se observa que el cuento La casa de Asterión está dispuesto sobre cuatro pilares que contienen, de cierta forma, elementos que ocultan y simultáneamente exhiben el mito sobre el cual se reescribe la narración borgeana. El primero de esos pilares es el título del relato. En La casa de Asterión se da una acentuada preeminencia al factor espacial por sobre el nombre del personaje principal, desviándose la atención de la primera pista que el texto exhibe al mencionar el nombre Asterion.
En el segundo de esos pilares, el epígrafe, se notan algunas alteraciones importantes en cuanto a la verdadera cita del autor griego del cual se la retira, Apolodoro, cambios que podrían obedecer a la idea de mantener el misterio sobre el protagonista hasta el final del cuento. En tercer lugar, se mencionan los cinco párrafos escritos por un narrador en primera persona, o como sería el "monólogo en primera persona", donde se describen variadas situaciones vinculadas a los espacios en los cuales el Minotauro se mueve y a los procesos sensitivos que éste está atravesando. En última instancia, se cita un párrafo en donde aparece un nuevo narrador mencionando las palabras de un personaje que devela el misterio hasta entonces oculto en el relato. Es apropiado indicar en este punto la disposición convergente que la estructura del cuento posee, pues en este último párrafo se unen lógicamente todos los elementos antes presentados y se tornan visibles las particularidades del mito cretense clásico que hasta ese momento estaban solapadas en la relectura borgeana.

Se puede decir que, al momento de descubrir el enigma planteado en el texto, se obtiene un conocimiento global de la lectura y se observa el trabajo arquitectónico realizado por Jorge Luis Borges en La casa de Asterión. Lo que se propuso fue un juego de Fragmentos, adivinanzas metódicas y minuciosas en que cada pista sobre la identidad del lúgubre personaje mítico está disfrazada por una humanidad que tiene en la soledad su principal peculiaridad, por una imposibilidad de pensarse en un monstruo/antagonista narrador, y por reflexiones metafísicas y posturas filosóficas que desvían la atención del lector. Esta estrategia borgeana aleja a quien lee de la mecánica deductiva que intenta descubrir quién es el protagonista. La técnica del engaño y del rodeo literario, del ocultamiento y del disfraz, se unen en un sistema ordenado y coherente que utiliza la relectura del mito minoico para decir mucho más de lo que se escribe, y para que se escriba mucho más de lo que ya se ha dicho sobre el Minotauro de Creta.